Phantasm - J.S. Bach: The Well-Tempered Consort – I - El País
Phantasm insufla la sonoridad de las violas patrimonio de los siglos XVI y XVII a un puñado de piezas del músico alemán escritas originalmente para teclado.
En pocos autores está tan justificada la transcripción como en Johann Sebastian Bach: él mismo marcó la pauta al reescribir con frecuencia una misma música para distintos instrumentos. La esencia permanecía, por supuesto, pero los nuevos ropajes aportaban otros puntos de vista, iluminaban zonas de sombra, hacían aflorar armonías ocultas, regalaban una vida diversa y renovada. La viola da gamba tiene una presencia exigua en el catálogo del alemán, pero cuando deja oír su voz (en las tres sonatas, en los solos de ambas Pasiones, en algunas de sus cantatas juveniles) impregna todo con su idiosincrasia, con ese timbre suave y sedoso que porta aromas de otro tiempo.
No existe ninguna obra de Bach para conjunto de violas y lo que propone Phantasm es insuflar esta sonoridad patrimonio de los siglos XVI y XVII a un puñado de piezas de Bach escritas originalmente para teclado: preludios y fugas de El clave bien temperado, los dos ricercari de la Ofrenda musical (alfa y omega de este disco) o preludios corales de la tercera parte del Clavier-Übung. Fretwork ya había realizado hace años un experimento parecido en Alio modo (Harmonia Mundi, 2005) y uno de los primeros discos de Phantasm incluía también gran parte de los abstractos contrapuntos de El arte de la fuga (Simax, 1998). Pero el grupo ha ganado mucho en madurez, inspirado por la sabiduría de Laurence Dreyfus (también musicólogo) y el arte de Jonathan Manson (viola tenor), eje donde convergen todas las coordenadas.
Muchas de las piezas retienen su tonalidad original, pero varias han debido ser bajadas uno o dos tonos para facilitar el trasvase y evitar distorsiones innecesarias. El oyente sale ganando sustancialmente en transparencia, con un contrapunto mucho más diáfano, hasta el punto de que cabe visualizar casi qué instrumento (Marco Borggreve firma la excepcional foto de familia de sus mástiles y volutas en la portada) tiene confiada cada voz. Y cuando la escritura se adensa con las seis voces del segundo ricercar de la Ofrenda musical o el preludio coral Aus tiefer Not, el Bach más arcaizante —aquí espiritual y físicamente en estado puro— se hermana con los grandes polifonistas de quienes le gustaba considerarse su heredero.