Chouchane Siranossian - Romberg: Violin Concertos - Scherzo

Son muy pocos los contemporáneos alemanes —y no alemanes— de Beethoven que han logrado liberarse de su descomunal sombra. Andreas Romberg, tres años mayor que él, destacó desde temprano como virtuoso del violín, que fue siempre su instrumento, aunque sus obras más difundidas terminarían siendo corales, la más célebre de todas, una cantata sobre el poema Das Lied von der Glocke de Schiller compuesta en 1809. Estos tres conciertos para violín, grabados por primera vez, son una pequeña muestra de los veinte que compuso y responden a lo que en la época en que vieron la luz (1786-1800) se esperaba en cuanto a técnica, forma y sonoridad: obras ancladas a su presente, sin grandes deudas con el pasado, levemente convencionales pero muy bien construidas. Aunque las tres cuentan con atractivos suficientes para volar solas, el n° 12, envuelto en las sombras de la tonalidad de Sol menor, destaca en la tríada por sus especulaciones de modernidad, y su Polonesa final resulta irresistiblemente atractiva, tan ligera como repleta de giros inesperados.

Chouchane Siranossian, cada vez más conocida y reconocida en el mundo del violín antiguo, suma una nueva diana tras sus recientes y alabados discos dedicados a Mendelssohn y Tartini. Bravamente secundada por la admirable Capriccio Barockorchester (en la que figuran dos violistas españoles: Carlos Vallés García y Sara Gómez), ofrece unas interpretaciones con nervio, ritmo y carácter, imponiendo desde el principio su particularísima manera de expresarse y tratando de que en las tres piezas de Romberg no se note excesivamente el paso del tiempo. Con un sonido punzante que conserva la marca del pleno clasicismo al tiempo que lleva su propia impronta, despliega una frescura desbordante que hace que esta música parezca a su vez, en origen y en el fondo, desbordantemente fresca.